Algunos textos e ilustraciones






"Entonces lo vi sobre el brazo del sofá. No se me ocurrió hasta días después que a lo mejor él había sido un pionero, el primero de su especie que había trepado o quizás descubierto para qué les había servido a sus ancestros ese par de alitas atrofiadas, inútiles para ese cuerpo paralizado yo no sabía si por el veneno o por la luz. Tal vez yo de rodillas con los ojos cerrados en medio de la oscuridad me había visto como él. También sus ojos estaban cerrados. Los ocho en las cuatro caritas que apuntaban hacia tres de los cuatro puntos cardinales. Fue lo primero que anoté en mi agenda, al día siguiente muy temprano. Luego lo demás, cuatro orificios respiratorios en la parte posterior de un cuerpo anillado como el de los artrópodos, pero sin separación del cuerpo en secciones."







"Las palabras hilan nuestros encuentros. Van cosiendo, torpes, lo que comenzó con una rápida ojeada y se prolongó con una mirada detenida sobre el espacio. Las palabras dan forma a ese espacio cuando un “nosotros” se añade a un “tú” y a un “yo”, que, como ya sabemos, se transforma en un no sé qué cuya complexión ignoramos y entonces, finos hilos de seda nos rodean, que diría un poeta, o no, o vaya usted a saber, de todas formas, son finas palabras nacidas de las más gruesas intenciones."






"Carba no era un coleóptero común. No es que su dieta fuera distinta de las grandes y elaboradas esferas de estiércol. Carba era especial porque siendo un escarabajo, tenía memoria de pez, y veía el futuro, como Nostradamus. Y como a él, y a todas las personas especiales, le tomaban por loco."







"Yo les doy mi savia, mis entrañas. Y con ello los poseo, los esclavizo, me alimentan, me protegen, me vigilan, me adoran, me aman. Abandonaste tu libertad, dirás tú. ¡Para qué la quiero yo! El que es libre es esclavo de las circunstancias. Una llama poderosa y palpitante me sostiene, se agita temblorosa y frenética. Tú no tienes todo eso, triste y miserable, no tienes nada."








"Según la mitología egipcia, el escarabajo de la luna era el único insecto del mundo que no utilizaba sus extremidades para moverse. Eso no quiere decir que no tuviera capacidad para trasladarse de un lugar a otro. De hecho eran sus extremidades las que determinaban hacia dónde debía dirigirse. El escarabajo de la luna fue un soñador que vivió durante veintiocho días en alguna recóndita orilla del Nilo, intentando atrapar a la luna en sus cuatro fases, enamorado de ella y de sus estrellas. Su vida fue fugaz e inútil."








"Es curioso ver como las flores cuelgan de arriba.
Y abajo solo veo azul, como si el cielo ahora fuese el vacío.
Los muertos no suben al cielo.

Caen al cielo."












"Ellas nos picaban en los meridianos y entonces dejaban su precioso aguijón y tú te sentías mucho mejor, y era cómo saber que todo va a ir bien. Recuerdo cómo era mirar el cielo, cómo una promesa azul, y recuerdo que me gustaba contar las olas del mar porque siempre había más, y observar los detalles de una hoja, sospechosamente hecha para que tu la miraras. Y es que había un árbol, por ejemplo, y sabíamos que estábamos bien."









"Y ellos me replican “desgraciado”. Y no me dejan decirles mucho más la verdad. Porque fíjese querido señor de la morgue (porque digo yo que a estas alturas ya habrán retirado mi cuerpo, que estos son capaces de arrancarme la cabeza y ponerla en el hall del ayuntamiento) si son crueles, que no me dejan decirles más de dos palabras, por miedo que me lleve una última alegría."















"Llueve esta noche, y la lluvia desflora la piel en innumerables sonrisas nuevas,
pero nunca llega a tocarla. 
El asfalto está mojado, y está muerto, pero 
hay soledades que crecen aquí inventando su fertilidad
y descienden hasta el cielo en progenie interminable, 
se descuelgan de lo más alto y se lanzan contra las nubes con la frente erguida, 
los ojos cerrados,
la sonrisa clavada al rostro como una mariposa rasgando la noche."